viernes, 28 de octubre de 2016

¿Sudoku experta?

Dicen que la práctica hace al maestro. Y yo me pregunto ¿cuántos sudokus -de los 6,670 trillones diferentes que han calculado como posibles- tengo que resolver para poder convertirme en experto?
Y no es que quiera, o crea, que puedo ser una master-sudoku en algún momento, pero yo tenía mis expectativas -mínimo sentirme un poco más inteligente cada vez que resuelvo uno-, y no parece que las esté logrando. Esto me hace llegar, más seguido de lo que quisiera, a la conclusión de que no estoy hecha para esto. 
-No -me digo entre frustrada y decepcionada. -No es lo mío. 
Aunque, por fortuna, rectifico de inmediato y continúo con el que había abandonado... 
Porque hay algo en el sudoku que me intriga. No sé qué es, o cómo explicarlo. El sudoku en sí, visto como un juego, tipo rompecabezas, no me mueve ninguna fibra. El tablero de 81 cuadritos (nueve filas, nueve columnas) no es nada inspirador. Menos si sabes que tendrás que completarlo con números de un solo dígito. 
Me refiero, claro, al sudoku más conocido; pues desde su propagación internacional, en 2005, han surgido variantes de todo tipo, usando otros signos (figuras, letras, colores, notas musicales, incluso operaciones), o rediseñando el tablero con más o menos casillas para agregar dificultad; sin cambiar la condición básica de "no repetir" elementos, ni la premisa de "solución única" para cada sudoku incompleto. 
Lo que yo busco, o intuyo, en el sudoku, es algo como una revelación. Si mientras voy brincando de cuadrito en cuadrito, atenta a la secuencia que se desencadena con cada número que ubico, y aplicando las reglas y toda la supuesta experiencia que he obtenido tras cada sudoku resuelto ¿cómo es posible que no pueda ver, desde lejos, con claridad, la solución? ¿cómo es que invariablemente el sudoku se atora y debo recurrir a anotar -y luego eliminar- candidatos, como sucede con los nivel experto, en los que ni tras complicados análisis logro despejar opciones...?
Eso por no hablar de los errores inexplicables. ¿Por qué de pronto hay dos números iguales coexistiendo en la misma región? ¿O más de dos? ¿Fue culpa del barrido ineficaz? ¿Mi estrategia del lápiz me ocultó un número clave? ¿Tendré, como el Quijote, un Frestón "grande enemigo mío", que me cambia los datos por diversión o mala fe? ¿O que me obliga a poner un número diferente a aquél en el que estoy pensando? No lo sé.
Pensar, cuando se trata de sudokus, es complicado.

"Así es, dijo don Quijote, que ese es un sabio encantador, grande enemigo mío, que me tiene ojeriza..." "... y procura hacerme todos los sinsabores que puede..." Don Quijote de la Mancha. Vol. 1 Miguel de Cervantes Saavedra.

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