martes, 1 de noviembre de 2016

Sudoku ¿Amor a primera vista?

¿Qué cómo llegué a aficionarme al Su Doku y por qué?
No es que sean muy importantes las respuestas pero a veces, en el inicio, puede estar la clave...
Descubrí este juego en un periódico viejo, mientras lo usaba como recogedor, una tarde que barría el patio. Alcancé a rescatar la página con la foto de Clint Eastwood -el de Los puentes de Madison- sonriendo, yo también sonreí con algo de nostalgia; atrás venía un sudoku y la solución del publicado el día anterior. 
El nombre sugería algo japonés. La cuadrícula con números y celdas vacías, me parecía tan amenazante como la leyenda juego de lógica que la acompañaba.
-Juegos importados... ¡Malinchistas! -argumenté disgustada recordando puzzles y crosswords en otras publicaciones. Creo que también pensé algo como ¿no pudieron poner un juego azteca o maya? Ahora se me ocurre que los ancestros mayas, aunque yo no lo pueda demostrar, definitivamente conocieron el Su Doku -con otro nombre, claro- pues fueron grandes matemáticos y astrónomos.
No sé por qué conservé ese sudoku si nunca traté de solucionarlo. Ni siquiera me atrevía a leer las reglas por miedo a no entenderlas... Esa palabreja "lógica" me hace retroceder de entrada. ¿De dónde había salido este juego? ¿Por qué no me había enterado que existía? 
Con el propósito -no muy firme- de algún día resolverlos, empecé a recortar los sudokus que salían publicados los domingos -único día que comprábamos el periódico-. No me preocupaba no tener las soluciones, no sé por qué creía que, tratándose de números, podría haber varias respuestas... como "dos más dos diferente de cinco" o algo así. Para cuando me di cuenta ya tenía un montón de sudokus empolvándose sobre un banquito de la cocina. Dejé de coleccionarlos.
Puede parecer tonto, pero a veces hago cosas como ésa, sin mayor intención. Después se me pasa la euforia, o el amor, o lo que haya sido. El sudoku iba en camino de alcanzar esa misma suerte; yo había empezado a olvidarlo y con él -suponía yo- mis temores y obsesiones.
Pero como se acostumbra decir: "Cuando no te toca, aunque te pongas; cuando te toca, ni aunque te quites"... El Su Doku buscó otra forma de acercarse a mi vida, y lo hizo de tal manera que no pude resistirme.
Para mi sorpresa, sin motivo aparente me regalaron el "Sudoku" de Carol Vordman. Mi cariñosa familia se había dado cuenta de mi oculto interés y lo habían interpretado de manera lógica... Si no fuera por ese primer obsequio, al que seguirían otros más de su parte, yo no hubiera empezado a resolver sudokus, creo.
"Paso a paso, te enseñaré cómo llegar a ser un maestro del sudoku", promete la autora en la portada de su libro. Lo que no puedo negar es que allí comenzó mi historia con el Sudoku.
¿Amor a primera vista?  Yo no diría eso. Pero, definitivamente, sí fue una cuestión de amor.



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