martes, 15 de noviembre de 2016

Sudoku y Ajedrez (O lo que es lo mismo Maki Kaji y B. Franklin)

Una de las primeras defensas del Sudoku que leí en internet, lo comparaba con el Ajedrez. 
Era una aportación de intención no muy clara, pues sugería "resolver un sudoku sin pensar", cuando se trata precisamente de un juego de lógica. Dos comentarios se centraron en la "computadora" la cual, dijeron, "no necesita cerebro para resolverlo"; "ni tampoco para jugar ajedrez y nadie se atrevería a afirmar que no haga falta el cerebro para jugarlo", fue la inmediata respuesta.
Dejemos de lado la irrebatible verdad de que detrás de cada gran computadora hay un "gran cerebro" que diseñó su algoritmo y quedémonos con la comparación que surgió inmediatamente: "Al ajedrez se juega, bien o mal; el sudoku se resuelve".
La diferencia entre uno y otro, de ser cierta, tal vez no sea importante. Lo interesante para mí es que Benjamín Franklin (1706-1790) está asociado con ambos juegos. 
Anteriormente comenté que Franklin elaboraba un pasatiempo parecido al sudoku actual. Durante una de sus estancias en el Reino Unido desarrolló un cuadrado mágico con la intención de que sus amigos y colegas de la Sociedad Británica de la Ciencia de Londres intentaran averiguar cómo lo había creado. Era tan difícil, que no pudieron resolverlo. 
En cuanto al ajedrez, durante su misión diplomática en París de 1776 a 1785, escribió su ensayo "La moral en el ajedrez" en 1779 y es autor del primer libro de ajedrez en los Estados Unidos de Norteamérica.
Por suerte, o desgracia para el sudoku, tenemos su opinión de ambos pasatiempos...
"El juego del ajedrez no es un mero entretenimiento; son varias las cualidades mentales, de uso en la vida humana, que han de ser adquiridas y pueden ser mejoradas con él. Son hábitos que han de estar presentes en toda ocasión puesto que la vida es como el ajedrez, donde tenemos que ganar puntos y hay competidores y adversarios contra los que luchar. Existen un gran número de eventos buenos y malos que son, en cierto aspecto, el resultado de la prudencia o su búsqueda. De ahí que podamos aprender jugando."
A pesar de que su Cuadrado Mágico "había dejado perplejas a las mentes más agudas del Imperio Británico" como le escribió a un profesor de matemáticas de Harvard, Franklin se quejó más tarde en su diario apuntando que "había perdido el tiempo en una ocupación que no sería de utilidad ni para sí mismo ni para los demás".
Y ambas cosas están escritas... en el siglo XVIII, en plena Ilustración, en el Siglo de las Luces, claro. 
Más de doscientos años después, Maki Kaji, el llamado "padre editorial del sudoku", cuenta que en 1984, en un viaje a Estados Unidos, encontró dos juegos en la revista Dell, llamados Number Place; Eran los únicos que podía entender, no hacía falta leer nada, las instrucciones eran simples y pudo resolverlos observando atentamente los números. Para él la experiencia fue muy placentera, divertida y, gracias al juego, entró en un estado de ánimo contemplativo. Y nos habla también de tener presentes dos principios en el sudoku:
"El primero es el de la atención y de la deducción. La mejor estrategia es no tener estrategia, pero hacerse con una en la práctica, mediante la deducción, y de manera lúdica. Uno debe ser todo el tiempo su propio maestro. La popularidad del sudoku estriba en la infinidad de técnicas personales que cada lector desarrolla. No hace falta tener paciencia. La paciencia debe quedar sometida al interés.  Esto se engarza con el segundo principio, que es el del placer, que se experimenta desde la deducción, para decidir dónde se puede desarrollar cierto tipo de capacidad mental. Nunca instaría a los lectores a que practicaran el sudoku con fines educativos o para desarrollar su habilidad cognitiva. Lo más importante es que el sudoku sea una puerta de entrada al estado de ánimo creativo del ocio, el cual hemos perdido en la sociedad moderna y contemporánea." 
Y continúa diciendo que hay una ideal de cuño taoísta en esto, ya que el ocio es un elemento indispensable de la creatividad y bienestar personales. (¿No sería esto lo que Franklin considera "utilidad personal"?). Finaliza recomendando conseguir un equilibrio entre lo que se resuelve y lo que se deja de resolver: es importante poder tirar la toalla, darse por vencido y reconocerlo conscientemente, para poder acometer con tranquilidad el  siguiente sudoku de forma lúdica y placentera.
 ¿Contradicción o coincidencia -o ambas cosas-, con respecto a la función del juego en general y del sudoku en particular?
Yo voy a seguir jugando Sudoku.


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